jueves, 26 de junio de 2014

Los niños

En la sociedad victoriana los hijos se convirtieron en el centro de atención de la familia y eran objeto de todo tipo de cuidados. El interés de aristócratas y burgueses por conseguir mayor intimidad llegó a modificar los planos de las viviendas tradicionales, pues el hecho de que los niños dispusieran de espacios propios como la sala de juegos o de estudio o de una "nursery" demostraba una nueva concepción de la casa como espacio destinado a la vida doméstica. 

                                                     

A pesar de estos espacios independientes dedicados a la vida de los niños las casas victorianas se veían constantemente invadidas por la presencia de los pequeños durante sus juegos sin que los padres pusieran reparo alguno. Y sin embargo, la educación de los niños era muy estricta. Para empezar, se levantaban muy temprano, pues la pereza se consideraba uno de los vicios más funestos. Así, cenaban y se acostaban antes que los adultos y se perdían todas las veladas pero solían levantarse por la noche para curiosear en las actividades de sus mayores.

Los preceptos morales de la época afirmaban que las habitaciones de los niños no debían ser demasiado cómodas para evitar las enfermedades y la molicie pero los padres procuraban a sus hijos todo el bienestar posible. Los dormitorios estaban empapelados en colores alegres de motivos florales y las habitaciones de juego, que sólo los niños de clases acomodadas podían tener, estaban equipadas con los mejores juguetes: teatrillos, muñecas, disfraces, cocinas, libros de cuentos y juegos de mesa.

Entre los espacios dedicados a los niños también se encontraba el cuarto de estudios, pues los niños de las familias aristocráticas o de la alta burguesía recibían instrucción en su propia casa con preceptores e institutrices para los niños y las niñas, ya que unos y otros recibían una educación muy distinta.

Los padres victorianos ocultaban a sus hijos los aspectos más desagradables de la vida, de manera que la infancia, en aquella época, era un tiempo de inocencia y felicidad. Los niños debían ser sumisos y obedientes con sus padres y maestros, pues la rebeldía era lo único que no podía tolerarse en un niño.

LA CANASTILLA DEL BEBÉ
La ropa del bebé la preparaba la madre con esmero desde que sabia que iba a nacer. La pieza más suntuosa era el traje de bautizo, de fina muselina con encajes y rasos, que se usaba en la familia durante generaciones.

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LA NURSE
La nurse, la niñera del bebé, se convirtió en uno de los auténticos prototipos de la vida victoriana, el paradigma de la entrega de la sociedad a la infancia. Llevaba un traje parecido al de una enfermera, se cubría la cabeza con un gorro de tela fina rematado con un lazo y ofrecía una imagen totalmente respetable mientras empujaba el cochecito del bebé por las calles y las plazas de las ciudades. Su mayor gozo era que "sus niños" fueran los mejor cuidados y vestidos del vecindario. Aunque solían abandonar la casa cuando los chicos crecían, muchas permanecían con las familias y ejercían de niñeras de los hijos de las mismas niñas a las que habían cuidado.

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Durante el reinado de Victoria I de Inglaterra y hasta 1860 la fabricación en serie de juguetes alcanzó su apogeo. La demanda era enorme, pues, al abaratarse los precios, muchos chiquillos pudieron comprarse los objetos que tanto anhelaban.

CUESTIÓN DE INDUMENTARIA
  • EL TRAJE DE LAS NIÑAS: a partir de la época victoriana, los trajes de las niñas evolucionaron desde las faldas a media pierna, con pantalones debajo, hasta las faldas cortas.
  • EL TRAJE DE LOS NIÑOS: para los chicos era costumbre combinar pantalones muy sobrios con blusas con encajes muy vistosas. Los pantalones bombachos se llevaban hasta los 14 años.

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