miércoles, 25 de junio de 2014

La criada

En las mansiones victorianas convivían un respetable número de criadas, algunas de las cuales comenzaban el servicio a los doce años. Entre ellas existía una jerarquía que se reflejaba en su atuendo. El puesto más elevado lo ocupaba la primera doncella, siempre al servicio personal de la señora. Estaba de moda que estas chicas fueran francesas, pues se suponía que entendían mucho de moda y asuntos de belleza; vestían un pulcro uniforme y delantales con encajes.

                                                        Mostrando photo11.jpg

El número de sirvientes y la categoría del personal del servicio de una casa victoriana dependía de la posición social de la familia, pues tener muchos criados era uno de los signos más visibles de un buen nivel de vida y posición social. Cuando disponía de mayordomo, doncella, criada, cocinera y niñera para sus hijos, una esposa podía liberarse de la rutina doméstica y llevar una vida ociosa y de representación social.

Para servir de doncellas en una gran casa se elegían chicas educadas y que supieran leer y escribir. A veces procedían de un hospicio y pasaban la vida en casa de los señores, que las tutelaban hasta el momento de su matrimonio. Pero carecían de vida privada, pues no tenían casa propia ni espacio para la intimidad, por lo que era habitual que muchas se quedaran solteras. Así pues, vivían recluidas en las dependencias del servicio, pero disponían de un día libre para salir.

Las muchachas compartían con los otros criados la antecocina o la sala para la servidumbre, así como las habitaciones, pues sólo el personal de servicio que ocupaba la escala social más alta, como el mayordomo o el ama de llaves, podía disponer de habitación privada. Los dormitorios de las sirvientas estaban situados en las buhardillas de las casas.

Los puestos más bajos de las servidumbre los ocupaban las mozas, encargadas de los trabajos más duros como acarrear el carbón y el agua, limpiar los fogones o desinfectar los sótanos de la casa. Entre sus innumerables obligaciones se contaban despabilar las velas y cambiar el aceite de los quinqués. Debían comportarse muy bien y cuidar mucho sus modales si querían permanecer con una misma familia y ascender en su oficio.

LOS COMPLEMENTOS DE GALA
Los puños y los cuellos de encaje, que se confeccionaban a juego, podían ser lisos o almidonados o ir adornados con profusión de puntillas y encajes. Los más sencillos eran de batista o de popelín, tejidos buenos y no muy caros que solían adornarse con vainicas y jaretas. Cuellos y puños debían estar siempre muy limpios, sobre todo porque destacaban en el traje negro que llevaban las sirvientas y amas de llaves; por eso se quitaban del vestido para ser lavados con frecuencia.
Mostrando photo6.jpg
Los cuellos rizados con encaje eran muy populares
Mostrando photo7.jpg
Los puños se confeccionaban a juego con el cuello
Mostrando photo8.jpg
Pero a diario se usaban cuellos de tela sencilla
Mostrando photo9.jpg
Las vainicas se aplicaban como adorno

Mostrando photo5.jpg
El delantal podía ser una verdadera obra de arte del bordado

LAS COFIAS
Durante muchos siglos la palabra "cofia" había designado tanto a la red que sujetaba el cabello como a un gorro de lino, velo o cualquier otra tela fina que se ataba bajo la barbilla. En el siglo XV el mismo vocablo aludía a un tocado femenino en concreto, el que se confeccionaba con lino y recibía diferentes nombres: capelo, capillejo, escofión o garvín. Para las chicas de servicio su uso era obligatorio; comenzaron a no prescindir de ella en ningún caso por razones de higiene, sobre todo si se trataba de muchachas que servían en la cocina, pero más tarde la emplearon para dar imagen de respetabilidad. Cuando tenían que realizar trabajos sucios, la cambiaban por una pañoleta.

                                         
                                            Mostrando photo10.jpg

CUESTIÓN DE INDUMENTARIA
  • LA COFIA: se usaba como signo de respetabilidad, sobre todo en las jóvenes; era blanca y solía ir adornada con encajes y cintas.
  • EL CUELLO DE ENCAJE: a juego con la cofia, el cuello de encaje era el toque elegante del traje de la sirvienta. Se llevaba con ropa de todo tipo de colores.
  • EL VESTIDO: los vestidos de las chicas de servicio eran cómodos y prácticos para que facilitaran su trabajo. Las faldas eran de mucho vuelo, lo que conseguían con refajos y enaguas.
  • EL DELANTAL: casi siempre era blanco y más o menos lujoso según la ocasión; los días de fiesta o para servir una mesa de gala se usaban delantales de batista adornados con encajes.

1 comentario:

  1. Buena informacion, solo tengo una duda ¿cuanto le pagaban a la criada?

    ResponderEliminar